ESTO PROMETE
Estos primeros pasos spectruneros en la programación de juegos fueron algo caóticos. Pocos eran los programas que se podían salvar de la quema, aunque ya las grandes compañías, pequeñas aun, empezaban a coger las riendas, y hacia creer al primerizo jugador que no había tirado a la basura el dinero gastado en ese juego.
Hoy recordamos una de esas viejas glorias, que sin destacar en ningún apartado técnico, a más de uno nos trae gratas sensaciones, recordando las frenéticas partidas que jugábamos con esta pequeña maravilla.
Un año antes del conocido éxito Skool Daze, Microsphere llega al éxito con Wheelie, un arcade muy jugable aunque con un sonido infernal. Poco se puede decir de este juego, que en un año que aun nuestro speccy estaba en pañales, podíamos pasar horas y horas enganchados a él.
Al momento de echar un vistazo a este Wheelie por primera vez, ya nos damos cuenta que estamos ante algo diferente. Un juego plataformero pero con ese toque original e innovador que le hace especial.
Esta propuesta de Microsphere nos pone al mando de una moto de gran cilindrada con la que tenemos que intentar llegar al otro lado del laberinto horizontal que se nos propone.
Dividido en cuatro pisos, nos podremos mover con bastante libertad por ellos, subiendo o bajando rampas, pero controlando siempre nuestra velocidad, porque en exceso nos hará que acabemos en más de una ocasión por los suelo. Ahí reside parte de la gracia de este genial juego, intentar coger el punto de gas para poder saltar los obstáculos limpiamente. Los baches los sortearemos acelerando hasta levantar la rueda delantera para no irnos de bruces, y los cientos de bichos e insectos repartidos por el mapeado, con mucha paciencia y pericia.
Una vez lleguemos al final del mapa, un llamativo buggy verde nos espera para retarnos a una carrera.
Empieza otro juego completamente distinto, volver por nuestros pasos sin enemigos que nos ralenticen, una carrera suicida en desigualdad de condiciones, por que nuestro rival ira en linea rectar atravesando todo lo que de le ponga por delante, paredes incluidas.
Un juego que hizo y hará, aunque ha envejecido algo mal las delicias de cualquier nuevo jugador o nostálgico que quiera recordar si aun siguen intactas esas habilidades que hacían de nosotros todo un as del motociclismo cibernético. Gráficos correctos para la época, tirando a justos, y un destelleo constante en los sprites que al principio se hacen muy molesto hasta que nuestros ojos empiezan a acostumbrarse, y un sonido beep bastaste estridente simulando el ruido del motor, y que aun así no resto un ápice para hacer de Wheelie un juegazo de la época.
Estos primeros pasos spectruneros en la programación de juegos fueron algo caóticos. Pocos eran los programas que se podían salvar de la quema, aunque ya las grandes compañías, pequeñas aun, empezaban a coger las riendas, y hacia creer al primerizo jugador que no había tirado a la basura el dinero gastado en ese juego.
Hoy recordamos una de esas viejas glorias, que sin destacar en ningún apartado técnico, a más de uno nos trae gratas sensaciones, recordando las frenéticas partidas que jugábamos con esta pequeña maravilla.
Un año antes del conocido éxito Skool Daze, Microsphere llega al éxito con Wheelie, un arcade muy jugable aunque con un sonido infernal. Poco se puede decir de este juego, que en un año que aun nuestro speccy estaba en pañales, podíamos pasar horas y horas enganchados a él.
Al momento de echar un vistazo a este Wheelie por primera vez, ya nos damos cuenta que estamos ante algo diferente. Un juego plataformero pero con ese toque original e innovador que le hace especial.
Esta propuesta de Microsphere nos pone al mando de una moto de gran cilindrada con la que tenemos que intentar llegar al otro lado del laberinto horizontal que se nos propone.
Dividido en cuatro pisos, nos podremos mover con bastante libertad por ellos, subiendo o bajando rampas, pero controlando siempre nuestra velocidad, porque en exceso nos hará que acabemos en más de una ocasión por los suelo. Ahí reside parte de la gracia de este genial juego, intentar coger el punto de gas para poder saltar los obstáculos limpiamente. Los baches los sortearemos acelerando hasta levantar la rueda delantera para no irnos de bruces, y los cientos de bichos e insectos repartidos por el mapeado, con mucha paciencia y pericia.
Una vez lleguemos al final del mapa, un llamativo buggy verde nos espera para retarnos a una carrera.
Empieza otro juego completamente distinto, volver por nuestros pasos sin enemigos que nos ralenticen, una carrera suicida en desigualdad de condiciones, por que nuestro rival ira en linea rectar atravesando todo lo que de le ponga por delante, paredes incluidas.
Un juego que hizo y hará, aunque ha envejecido algo mal las delicias de cualquier nuevo jugador o nostálgico que quiera recordar si aun siguen intactas esas habilidades que hacían de nosotros todo un as del motociclismo cibernético. Gráficos correctos para la época, tirando a justos, y un destelleo constante en los sprites que al principio se hacen muy molesto hasta que nuestros ojos empiezan a acostumbrarse, y un sonido beep bastaste estridente simulando el ruido del motor, y que aun así no resto un ápice para hacer de Wheelie un juegazo de la época.