FESTIVAL DE COLOR
Siempre resulta difícil hablar sobre uno de mis juegos favoritos. Intentas sopesar los pros y contras, pero la diversión que proporciona mientras juegas siempre inclina la balanza a su favor.
Ciertamente, Knight Lore nos dejó boquiabiertos, en lo que fue sin duda el mejor año para la compañía de los hermanos Stamper. Pero unos meses antes del lanzamiento en 8 bits del filmation, Ultimate nos sorprendió con esta gran maravilla a todo color llamada Sabre Wulf.
Recuerdo perfectamente dónde fue la primera vez que vi este juego, en una tienda de Ivarte en Madrid, donde mi amigo y empleado Roldán, del recién creado departamento de informática, me comentó que acababan de traer algo que tenía que ver. En esa época, recién iniciado en el mundo de la informática, no tenía idea de quién era Ultimate ni me importaba mucho, pero a partir de ese título quedé enganchado de por vida.
La primera sensación solo fue superada unas fechas más tarde por el Knight Lore. El colorido y la velocidad trepidante de la acción me dejaron boquiabierto, estábamos ante la videoaventura más completa del Spectrum hasta la fecha, eclipsando totalmente su anterior obra maestra Atic Atac.
Antes de empezar a jugar, llama mucho la atención la pegadiza melodía del menú de inicio, una de las obras más famosas de Bach. Gracias a ello, ahora recuerdo muchas obras de música clásica que acompañaron algunos juegos del Spectrum, como "The Birds and the Bees" o "Turmoil", que nos traen recuerdos fantásticos y nos encantan.
Aunque comenzamos con dificultades debido a las teclas puñeteras que Ultimate nos quería acostumbrar a los que ya jugábamos sin joystick en casa. Elegimos el teclado y a sufrir: Q, W, E, R, y la T para la espada, botón que tendremos presionado durante casi todo el tiempo. ¿Era tan difícil incluir la opción de personalizar las teclas?
Frente a nosotros se encuentra una selva llena de bichos malos que, en el tiempo que tardas en colocar los dedos sobre las teclas, ya te han quitado una vida. Me parece original que no sea el típico juego de disparos como Atic Atac, ya que aquí mataremos cara a cara con nuestra espada, y así nos cubrimos las espaldas con el precioso follaje y acabamos con la vida de los primeros enemigos molestos, aunque empezamos a echar de menos el pollo de vida.
Una vez completada la tarea de visualizar los elementos en pantalla y la salida correspondiente, una llama de fuego aparece repentinamente para ponernos a prueba de nuevo. Con confianza, blandimos nuestra espada con arrogancia, sintiéndonos el mismísimo Sandokan, pero para nuestra sorpresa, terminamos muertos nuevamente por la maldita llama que no muere. Eso hace dos vidas perdidas. Aunque asustados, aún no llegamos al punto de la histeria, y aprovechamos las pocas décimas de segundo que tarda en levantarse Sabreman, el personaje protagonista de una de las aventuras más conocidas y queridas del mundo de los 8 bits. Aunque lo hemos estado sometiendo a una paliza infernal, intentamos retomar el control de la situación. Pero de repente, un zulú aparece en la pantalla con una mirada feroz. Sacamos nuestra espada de nuevo y lo atacamos con determinación, mientras nos mordemos el labio de rabia. Aunque no muere, por lo menos cambia de dirección y se aleja de nosotros con la misma mala leche.
Cuando creemos que finalmente tenemos todo bajo control, nuestro pequeño héroe se vuelve magenta y corre hacia el africano en lugar de alejarse de él a toda velocidad. Creemos haber rozado la planta peligrosa que se encuentra en el centro de la pantalla y terminamos perdiendo una tercera vida sin siquiera salir de la pantalla.
La situación comienza a desesperarnos y un rápido cálculo nos indica que necesitamos más de 750 vidas para completar las 256 pantallas del juego. Sin embargo, no hay que desanimarse. Una vez que nos familiarizamos con las teclas y la original mecánica del juego, podemos movernos por el mapa con mayor habilidad y sin morir tan fácilmente. Además, el mapeado está lleno de objetos rojos que nos otorgan una vida adicional para completar nuestra misión de encontrar los cuatro trozos del amuleto del lobo y llevarlos al jefe de la tribu de nativos.
En nuestro camino, podemos acabar con gran parte de los enemigos con nuestra espada, excepto los zulúes, los hipopótamos, los rinocerontes y el lobo Wulf, que solo se encuentran en las zonas montañosas.
Las plantas merecen una mención aparte. Si las usamos a nuestro favor, pueden ser muy útiles. Ninguna es letal, las blancas no hacen nada, las amarillas nos atontan unos segundos pero limpian la pantalla de enemigos, y las rojas nos otorgan inmunidad temporal para descansar el dedo de la espada. Las magentas son las más peligrosas, ya que, aparte de otorgarnos velocidad, cambian la dirección de las teclas, provocándonos pánico, pero si tenemos un poco de habilidad, podemos aprovecharlas. La planta cyan es la más buscada, ya que nos otorga inmunidad temporal y velocidad, lo que nos permite avanzar rápidamente por varias pantallas.
Hay mucho más que contar sobre la obra de Ultimate, y en su mayoría son comentarios muy positivos. Si tuviéramos que mencionar algo negativo, sería el tema de las teclas, aunque con el tiempo y la práctica, llegaremos a controlar a nuestro personaje, Sabreman, casi a la perfección.
En cuanto a la dificultad del juego, es bastante alta, incluso más que la de Atic Atac. Pero a medida que jugamos, encontramos una gran cantidad de vidas y nos familiarizamos con el mapa, además de tener un poco de suerte con los trozos de amuleto, lo que nos permitirá avanzar y, finalmente, completar el juego. Sin embargo, debemos tener en cuenta que es un juego muy complicado.
Con unas ventas totales de 350.000 copias para el ZX Spectrum, su calidad, su presentación y el gran boca a boca que generó lo convirtieron en uno de los best-sellers de los 8 bits.
Siempre resulta difícil hablar sobre uno de mis juegos favoritos. Intentas sopesar los pros y contras, pero la diversión que proporciona mientras juegas siempre inclina la balanza a su favor.
Ciertamente, Knight Lore nos dejó boquiabiertos, en lo que fue sin duda el mejor año para la compañía de los hermanos Stamper. Pero unos meses antes del lanzamiento en 8 bits del filmation, Ultimate nos sorprendió con esta gran maravilla a todo color llamada Sabre Wulf.
Recuerdo perfectamente dónde fue la primera vez que vi este juego, en una tienda de Ivarte en Madrid, donde mi amigo y empleado Roldán, del recién creado departamento de informática, me comentó que acababan de traer algo que tenía que ver. En esa época, recién iniciado en el mundo de la informática, no tenía idea de quién era Ultimate ni me importaba mucho, pero a partir de ese título quedé enganchado de por vida.
La primera sensación solo fue superada unas fechas más tarde por el Knight Lore. El colorido y la velocidad trepidante de la acción me dejaron boquiabierto, estábamos ante la videoaventura más completa del Spectrum hasta la fecha, eclipsando totalmente su anterior obra maestra Atic Atac.
Antes de empezar a jugar, llama mucho la atención la pegadiza melodía del menú de inicio, una de las obras más famosas de Bach. Gracias a ello, ahora recuerdo muchas obras de música clásica que acompañaron algunos juegos del Spectrum, como "The Birds and the Bees" o "Turmoil", que nos traen recuerdos fantásticos y nos encantan.
Aunque comenzamos con dificultades debido a las teclas puñeteras que Ultimate nos quería acostumbrar a los que ya jugábamos sin joystick en casa. Elegimos el teclado y a sufrir: Q, W, E, R, y la T para la espada, botón que tendremos presionado durante casi todo el tiempo. ¿Era tan difícil incluir la opción de personalizar las teclas?
Frente a nosotros se encuentra una selva llena de bichos malos que, en el tiempo que tardas en colocar los dedos sobre las teclas, ya te han quitado una vida. Me parece original que no sea el típico juego de disparos como Atic Atac, ya que aquí mataremos cara a cara con nuestra espada, y así nos cubrimos las espaldas con el precioso follaje y acabamos con la vida de los primeros enemigos molestos, aunque empezamos a echar de menos el pollo de vida.
Una vez completada la tarea de visualizar los elementos en pantalla y la salida correspondiente, una llama de fuego aparece repentinamente para ponernos a prueba de nuevo. Con confianza, blandimos nuestra espada con arrogancia, sintiéndonos el mismísimo Sandokan, pero para nuestra sorpresa, terminamos muertos nuevamente por la maldita llama que no muere. Eso hace dos vidas perdidas. Aunque asustados, aún no llegamos al punto de la histeria, y aprovechamos las pocas décimas de segundo que tarda en levantarse Sabreman, el personaje protagonista de una de las aventuras más conocidas y queridas del mundo de los 8 bits. Aunque lo hemos estado sometiendo a una paliza infernal, intentamos retomar el control de la situación. Pero de repente, un zulú aparece en la pantalla con una mirada feroz. Sacamos nuestra espada de nuevo y lo atacamos con determinación, mientras nos mordemos el labio de rabia. Aunque no muere, por lo menos cambia de dirección y se aleja de nosotros con la misma mala leche.
Cuando creemos que finalmente tenemos todo bajo control, nuestro pequeño héroe se vuelve magenta y corre hacia el africano en lugar de alejarse de él a toda velocidad. Creemos haber rozado la planta peligrosa que se encuentra en el centro de la pantalla y terminamos perdiendo una tercera vida sin siquiera salir de la pantalla.
La situación comienza a desesperarnos y un rápido cálculo nos indica que necesitamos más de 750 vidas para completar las 256 pantallas del juego. Sin embargo, no hay que desanimarse. Una vez que nos familiarizamos con las teclas y la original mecánica del juego, podemos movernos por el mapa con mayor habilidad y sin morir tan fácilmente. Además, el mapeado está lleno de objetos rojos que nos otorgan una vida adicional para completar nuestra misión de encontrar los cuatro trozos del amuleto del lobo y llevarlos al jefe de la tribu de nativos.
En nuestro camino, podemos acabar con gran parte de los enemigos con nuestra espada, excepto los zulúes, los hipopótamos, los rinocerontes y el lobo Wulf, que solo se encuentran en las zonas montañosas.
Las plantas merecen una mención aparte. Si las usamos a nuestro favor, pueden ser muy útiles. Ninguna es letal, las blancas no hacen nada, las amarillas nos atontan unos segundos pero limpian la pantalla de enemigos, y las rojas nos otorgan inmunidad temporal para descansar el dedo de la espada. Las magentas son las más peligrosas, ya que, aparte de otorgarnos velocidad, cambian la dirección de las teclas, provocándonos pánico, pero si tenemos un poco de habilidad, podemos aprovecharlas. La planta cyan es la más buscada, ya que nos otorga inmunidad temporal y velocidad, lo que nos permite avanzar rápidamente por varias pantallas.
Hay mucho más que contar sobre la obra de Ultimate, y en su mayoría son comentarios muy positivos. Si tuviéramos que mencionar algo negativo, sería el tema de las teclas, aunque con el tiempo y la práctica, llegaremos a controlar a nuestro personaje, Sabreman, casi a la perfección.
En cuanto a la dificultad del juego, es bastante alta, incluso más que la de Atic Atac. Pero a medida que jugamos, encontramos una gran cantidad de vidas y nos familiarizamos con el mapa, además de tener un poco de suerte con los trozos de amuleto, lo que nos permitirá avanzar y, finalmente, completar el juego. Sin embargo, debemos tener en cuenta que es un juego muy complicado.
Con unas ventas totales de 350.000 copias para el ZX Spectrum, su calidad, su presentación y el gran boca a boca que generó lo convirtieron en uno de los best-sellers de los 8 bits.