BE WATER, MY FRIEND
En los primeros años de vida de los ordenadores de 8 bits, pasar a la historia era algo relativamente fácil. No se requería una calidad técnica excepcional, sino una jugabilidad atractiva que nos hiciera disfrutar durante horas delante de la pantalla, dejando en un segundo plano los aspectos técnicos menos relevantes. Y Bruce Lee logró cumplir con esta premisa, haciéndonos pasar momentos de diversión inolvidables.
Desarrollado por Ocean y distribuido por U.S. Gold bajo la licencia de Datasoft, Bruce Lee llegó al mercado en un momento
en el que otros grandes títulos como Pyjamarama de Mikro-Gen y los aclamados Knight Lore y Sabre Wulf de Ultimate
estaban captando la atención de los jugadores.
A pesar de la competencia, Bruce Lee logró destacar por su alto nivel de adicción y la posibilidad de jugar en modo dos jugadores, lo que lo convirtió en un éxito instantáneo.
El objetivo del juego es recoger faroles de cada pantalla y avanzar hasta la pantalla final, donde se enfrentará al mago que determinará su éxito o fracaso. Sin embargo, el camino no será fácil ya que los jugadores tendrán que huir de dos personajes que los perseguirán durante todo el juego: un luchador de sumo y un samurái con lanza.
Con un poco de insistencia y tesón, y otro poco de habilidad nos podíamos acabar el juego mientras nos merendábamos el bocata de chocolate. En definitiva y para acabar, Bruce Lee es un juego flojo, regular en gráficos y pobre en número de pantallas, creo que no llega a la veintena, pero que vino avalado por grandísimas criticas de las revistas especializadas inglesas, Crash, por ejemplo, le otorgó una puntuación casi perfecta del 91%, mientras que nuestra Microhobby, crítica y realista, le otorgó una valoración global de 4 de 5 estrellas, penalizando mucho sus limitaciones técnicas.
Aunque Bruce Lee no destacó por su apartado técnico, logró ganarse el corazón de los jugadores gracias a su excelente jugabilidad, música pegadiza y modo multijugador, convirtiéndose en un clásico de los juegos de 8 bits.
En los primeros años de vida de los ordenadores de 8 bits, pasar a la historia era algo relativamente fácil. No se requería una calidad técnica excepcional, sino una jugabilidad atractiva que nos hiciera disfrutar durante horas delante de la pantalla, dejando en un segundo plano los aspectos técnicos menos relevantes. Y Bruce Lee logró cumplir con esta premisa, haciéndonos pasar momentos de diversión inolvidables.
Desarrollado por Ocean y distribuido por U.S. Gold bajo la licencia de Datasoft, Bruce Lee llegó al mercado en un momento
en el que otros grandes títulos como Pyjamarama de Mikro-Gen y los aclamados Knight Lore y Sabre Wulf de Ultimate
estaban captando la atención de los jugadores.
A pesar de la competencia, Bruce Lee logró destacar por su alto nivel de adicción y la posibilidad de jugar en modo dos jugadores, lo que lo convirtió en un éxito instantáneo.
El objetivo del juego es recoger faroles de cada pantalla y avanzar hasta la pantalla final, donde se enfrentará al mago que determinará su éxito o fracaso. Sin embargo, el camino no será fácil ya que los jugadores tendrán que huir de dos personajes que los perseguirán durante todo el juego: un luchador de sumo y un samurái con lanza.
Con un poco de insistencia y tesón, y otro poco de habilidad nos podíamos acabar el juego mientras nos merendábamos el bocata de chocolate. En definitiva y para acabar, Bruce Lee es un juego flojo, regular en gráficos y pobre en número de pantallas, creo que no llega a la veintena, pero que vino avalado por grandísimas criticas de las revistas especializadas inglesas, Crash, por ejemplo, le otorgó una puntuación casi perfecta del 91%, mientras que nuestra Microhobby, crítica y realista, le otorgó una valoración global de 4 de 5 estrellas, penalizando mucho sus limitaciones técnicas.
Aunque Bruce Lee no destacó por su apartado técnico, logró ganarse el corazón de los jugadores gracias a su excelente jugabilidad, música pegadiza y modo multijugador, convirtiéndose en un clásico de los juegos de 8 bits.